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Las patatas, lavadas bien, las herví en agua para que queden tapadas y peladas.
Las dejé en el fuego hasta que penetraran bien, revisando con un tenedor, luego escurrí el agua y las dejé enfriar.
Las galletas, al ser más fuertes, las pasé por el robot y las coloqué en un plato. No necesité agregarles azúcar porque eran dulces.
Luego de enfriar las papas, las limpié y trituré para hacer puré, luego agregué azúcar, sal, aceite y esencia y froté bien con la batidora hasta que el azúcar se derritió, luego incorporé huevos y finalmente harina.
Lavé las ciruelas, las limpié y les quité las semillas, luego las espolvoreé con canela.
Espolvoreé un poco de harina en un plato, enhariné mis manos y comencé a dar forma a las albóndigas.
Tomé una cucharada de la composición, la coloqué en mi mano izquierda, luego puse la ciruela en el medio y la vestí con la composición, uniformándola como una pelota.
Lo coloqué en el plato enharinado y pasé al siguiente.
Hice esto con cada uno, llenándome las manos de vez en cuando porque la composición todavía estaba un poco pegajosa.
Puse una olla con agua y un poco de sal al fuego, y cuando llegó al punto de ebullición comencé a mojar las albóndigas, tantas como cabían, para que hubiera espacio junto a ellas para poder sacarlas sin aplastar. Las dejé en agua 3-4 minutos, luego las saqué con una espátula y las puse en la bandeja con las galletas.
Los enrollé en bizcochos, luego los coloqué en una bandeja forrada con papel de horno y los metí en el horno durante 30 minutos a 180 grados.
¡Salieron muy bien y así con bizcochos y nueces!
La respuesta excelente y oportuna.
Entre nosotros, intentaría resolver este problema yo mismo.
A tu pensamiento abstracto
Que palabras... Genial, una excelente frase
una variante interesante